lunes, 25 de mayo de 2009

CORPUS CHRISTI: Origen de la celebración

Cercana la festividad del Cuerpo y la Sagre de Cristo, conocida como Corpus Christi, pasamos a ofreceros un extracto enviado por n.h.d. Jose Miguel García Gálvez sobre los orígenes de la celebración:

Corpus Christi .
Origen de la festividad
Sobre el origen de la festividad hay varias explicaciones:
Por un lado, se cuenta que en
Lieja, Bélgica, una religiosa cisterciense llamada Juliana de Cornillón (1192-1258) tuvo una visión que interpretó como la necesidad de instituir una celebración a la presencia de Jesús en la Eucaristía. Una noche, la luna llena brillaba como plata, pero con una mancha negra; interpretó que la luna representaba a la Iglesia militante en la tierra, que recibe la luz del Sol: Cristo Jesús; la mancha significó para ella la carencia de una celebración litúrgica para la Eucaristía.
Juliana de Cornillón o Juliana de Lieja, como también se le reconoce, presentó petición a las autoridades eclesiásticas, hasta que el Obispo de Lieja Roberto de Theorette en el año de 1246, celebró el primer Corpus. Más adelante, el Papa Urbano IV -quien conocía bien el asunto de Sor Juliana de Cornillón- instituyó la celebración del Corpus Christi para la Iglesia Católica Universal, fijándola el Jueves después de la fiesta de la Santísima Trinidad[
cita requerida].
Por otro lado, se cuenta que en el año 1264 el Padre
Pedro de Praga, Bohemia, dudaba sobre el misterio de la transustanciación del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la Eucaristía. Acudió así en peregrinación a Roma para pedir sobre la tumba de San Pedro la gracia de una fe fuerte. De regreso de Roma, Dios se le manifestó de manera milagrosa ya que cuando celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró llenando el Corporal de la Preciosa Sangre.
La noticia del prodigio llegó pronto al Papa
Urbano IV, que se encontraba en Orvieto, ciudad cercana a Bolsena. Hizo traer el corporal y, al constatar los hechos, instituyó la Solemnidad de Corpus Christi.
El mismo Papa Urbano IV encargó a
Santo Tomás de Aquino la preparación de un oficio litúrgico propio para esta fiesta y la creación de cantos e himnos para celebrar a Cristo Eucaristía. Entre los que compuso está la sublime secuenciaLauda Sion” que se canta en la Misa de Corpus Christi.
El año 1290 el Papa
Nicolás IV, a petición del clero y del pueblo, colocó la primera piedra de la nueva catedral de Orvieto donde aun se encuentra la sagrada reliquia.

jueves, 21 de mayo de 2009

MARÍA: AUXILIO DE LOS CRISTIANOS


En este mes de Mayo dedicado a la Santísima Virgen, muchas son las advocaciones que celebran su onomástica. Una de ellas es María Auxiliadora, cuya festividad conmemoramos el domingo 24 de Mayo.

Es una advocación católica romana creada para la Virgen María y que rastrea su nombre desde el año 345 con Juan Crisóstomo, tomó fuerza con el Papa Pío V en el siglo XVI y fue definitivamente popularizada con el desarrollo de las obras educativas y apostólicas de Don Bosco en el siglo XIX. Aunque comúnmente se la asocia a la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Ortodoxa conoce también la advocación desde 1030 en Ucrania cuando el país logró defenderse de una invasión bárbara, hecho que la religiosidad de la época atribuyó al auxilio de la Virgen María.
La advocación de María Auxiliadora ha sido fuertemente asociado hasta el siglo XIX a la defensa militar de todos los bastiones católicos y ortodoxos en
Europa, el norte de África y el Medio Oriente en contra de los pueblos no cristianos, muy especialmente los musulmanes. Precisamente bajo el pontificado de Pío V los pueblos euro-cristianos reunieron una descomunal fuerza para detener el avance de los turcos que en 1572 dirigían un poderoso ejército con el fin de conquistar definitivamente a Europa. Mientras los ejércitos cristianos reunidos de todas las naciones europeas, lograron derrotar definitivamente a los invasores, el Papa había pedido a toda la cristiandad que rezaran e incluyeran la advocación Sancta Maria Auxilium Christianorum. Con la popularización que los salesianos hicieron de la devoción a María Auxiliadora en todos los países en donde se abrieron casas de Don Bosco, se dio el surgimiento de numerosos santuarios, entre los cuales el más célebre es precisamente el de la Basílica de María Auxiliadora en Turín.

jueves, 14 de mayo de 2009

BUSCANDO SU PARROQUIA...

Dejamos una serie de imágenes tomadas el pasado domingo dia 26 de abril en la Solemne Procesion de Nuestra Patrona por las calles de Guadalcanal.






domingo, 10 de mayo de 2009

Capítulo IV (1ª Parte)

Ofrecemos hoy la primera parte del capítulo 4 del libro "EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE GUADITOCA", por gentileza de n.h.d. Jose Miguel García Gálvez.

Capítulo IV

La Cofradía de Ntra. Sra. de Guaditoca desde 1686 a 1695.- Mayordomía de D. Juan González de la Espada.- Idem de D. Cristóbal Yanes de Molina.- Información sobre las cuentas de su mayordomía.- Necesidad de agua en 1694.- Ornamentos y otros objetos que se compraron.- La obra de los portales.- Fuego en las casas de la Mayordomía.- Mayordomía de Francisco de Galves.- Capellanías.- Acuerdo del Ayuntamiento de 1698.
Hasta aquí cortas han sido las noticias que hemos podido encontrar de la Cofradía erigida en Guadalcanal en honor de Ntra. Sra. de Guaditoca, pero poseemos algunas relativas a los años 1686 a 1695 en una información, que mandó hacer el Ldo. Don Pedro Díaz Canseco, del Orden de Santiago, Vicario perpétuo de la Villa de Barrueco y su partido y Vicario general de la provincia de León, estando en Santa Visita en Guadalcanal en 1695, para justificar las cuentas debía dar Cristóbal Martín de Alba, Presbítero, Comisario del Santo Oficio, como podatario que es de D. Pedro de Eslava y Zayas, del Orden de Santiago e Inquisidor apostólico de Llerena, heredero y albacea de D. Cristóbal Yanes de Molina, del Orden de Santiago, difunto, de los cuatro años que este fue Mayordomo de la Cofradía y del Santuario. (26)
Compareció D. Juan González de la Espada Abarranca, Presbítero, y declaró y juró que “fue Mayordomo de Nuestra Señora de Guaditoca el año de mil seiscientos ochenta y seis hasta la pascua del Espíritu Santo de el de noventa”… No da otra noticia del tiempo de su administración que el afirmar que en cada año se sacaba testimonio “de lo líquido en que quedaban dichas limosnas para el cargo que de ello se le había de hacer: y en cuanto a los gastos de las fiestas, sólo se hacen buenos a los Mayordomos cada año cuatrocientos reales, ora gasten más o menos: y si acaso hay algunos de alhajas o de otras cosas que se compren para la Ermita, también se hacen buenos, y en cuanto a obras y materiales lo que con recibos se justifica.”
Fue nombrado Mayordomo en sustitución de D. Juan González, en la Pascua de Espíritu Santo de 1690, D. Cristóbal Yanes de Molina, (27) de cuyo celo por los intereses que se le confiaron, dice su antecesor en la información, “que ponía mucho cuidado en solicitar limosnas así en los tiempos de feria, como en todo el demás tiempo”; y Francisco González Mateos, Beneficiado de la Villa, aseguraba en su declaración “que ningún Mayordomo pudo hacer, ni hizo más esfuerzos para adquirir limosnas que el susodicho, porque personalmente, y como de por fuerza, las sacaba y solicitaba.”
Del primer año de la Mayordomía de don Cristóbal Yanes, oyó decir Juan González de la Espada a Juan Muñoz Vera, presbítero, que habían valido las limosnas dos mil reales poco más o menos, de puestos y demás que se juntan en dichas ferias: y este último declaró “que el año de noventa y uno, que fue el primero que su señor D. Cristóbal Yanes de Molina empezó a correr con el cargo de la Mayordomía, se juntaron de las limosnas de puestos, taza y bufete en la feria y fiesta de nuestra Señora de Guaditoca, mil y seiscientos y tantos reales, libres de alcabalas y treintena; que contó el testigo juntamente con el dicho D. Cristóbal en moneda de vellón y plata, entrando en ellos algunas partidas que debía a mercaderes, de cosas que había sacado de tienda; y dicho año no se pagó la alcabala y se remitió por D. Antonio Hidalgo, Administrador, y porque lo ajustó así dicho D. Cristóbal en consideración de que él también ofreció no haber de llevar cosa alguno por el gasto que se hace aquellos días en dar de comer a la gente: el segundo año se juntaron mil ochocientos y tantos reales de las mismas limosnas, con más otra cantidad de granos, que el testigo no se acuerda los que fueron, y de allí se pagaron quinientos reales poco más o menos, a lo que se quiere acordar, en lo que había puesto la alcavala Diego el Botero: el tercero año se juntaron mil seiscientos cincuenta y tantos reales, y de limosnas de puestos, bacineta y alcavala de campo, que fue de contado; y no se acuerda de lo que se juntó de bufete y granos: el cuarto año… oyó decir a Juan Bautista Rodríguez, se habían juntado ochocientos y cincuenta y tres reales, o mil ochocientos cincuenta y tres.”
En Mayo de 1694, murió D. Cristóbal Yanes, y en la feria de ese año, Juan Bautista Rodríguez se encargó de las limosnas “por pedírselo D. Francisco de Molina, hermano del difunto; y al principio de la cobranza cayó malo, y entregó el talego del dinero a Juan de la Vera…. Y se juntaron unos ochocientos quince reales, poco más o menos, libres.”
Juan de la Vera, declaró que “se vendieron (en aquellos años) dos toros, dos novillos y una vaca en la lancería y la piel de otra que pereció de flaca.”
Los herederos de D. Cristóbal presentaron el estado de cuentas al Vicario general, y el cargo lo formaban las siguientes partidas, en las que no se incluyen los ingresos extraordinarios que hubo con la traída de la Santa Imagen por necesidad de agua, ni los que se dieron para ropas, no lo gastado en labrar los portales, ni en hacer las mesas para la feria. “Primeramente se le hace cargo de nueve mil setecientos y noventa y dos maravedís, de los dos cuatrocientos y cuarenta y ocho que cada un año pagaba Fernando González Abarranca, y por el susodicho, unas casas que están en la calle del Sr. San Francisco de esta villa, por haberse concursado, de que se hizo adjudicación para la satisfacción de este censo y son de cuatro años cumplidos a catorce de Mayo de seiscientos y noventa y cuatro. Más se le hace cargo de seis mil ochocientos maravedís de los un mil setecientos que en cada un año paga D. Pedro Inarte Ponce de León (28) y son de cuatro años cumplidos a veinte y uno de Julio de mil seiscientos y noventa y cuatro. Más dos mil reales, que valen sesenta y ocho maravedís, que importaron las limosnas de los puestos y limosnas que dieron en la Ermita, las cuatro festividades de la pascual de Espíritu Santo del tiempo de esta cuenta. Más de veinte y una fanegas de trigo que en el tiempo de esta cuenta, cuenta cuyo memorial no consta más que de tres años y de el uno no hay razón, y prorrateado dicho año corresponde a dicho cargo mencionado en esta partida y vendidas a doce reales cada una, vale doce mil seiscientos y cuarenta y ocho… más se le hace cargo de ciento y treinta y siete reales y ocho maravedís que importó la limosna de algunas cosillas vendidas a diferentes personas de las limosnas de roscas y algunas pollas el día de dicha fiesta, en dichos cuatro años, en el bufete que se pone a la puerta de la Iglesia, se cuya cantidad, como de la limosna del trigo, hay algunas partidas en deuda. Más se le hace cargo de cuatrocientos y ochenta y dos reales, que valen diez y seis mil cuatrocientos cincuenta y seis maravedís, del precio de dos novillos que se vendieron el uno a Cristóbal Muñoz Salvador, vecino de esta villa, y el otro a Diego Casso, vecino de Cazalla a 22 ducados cada uno. Más se le hace cargo de setecientos reales, que valen diez y siete mil maravedís del precio de dos toros que se vendieron, y de ochenta reales del precio de dos pieles de novillos que se abarrancaron, de que no se pudo aprovechar más del pellejo.”
Los gastos de este tiempo, sin incluir el terno, vestiduras para el Niño, estandarte y la obra de los portales, fueron “un mil seiscientos reales, que valen cincuenta y cuatro mil cuatrocientos maravedís, que tuvo de gasto el día de pascua del Espíritu Santo de las cuatro festividades del tiempo de esta cuenta; que aunque se gasta mucho más no se da en data más de esta cantidad por estar arreglado esta gasto; más sesenta reales, que valen dos mil y cuarenta maravedís, los mismos que se pagan a la colecturía de la Iglesia mayor y son de los cuatro años del tiempo de esta cuenta de la procesión que va al convento del Espíritu Santo; “ se pagó también en cada año la Memoria del día de la fiesta, que importaba diez y seis reales anuales, y trescientos veinte reales de cera.
En 1694 hubo gran necesidad de agua en la primavera, y acudió el pueblo a su Patrona en demanda de socorro; con tal motivo, y según costumbre se trajo la Santa Imagen a la Villa, y en la información hay noticias de las limosnas que se recogieron.
“Por el camino, dice Juan García Sayago, Presbítero, se juntaron unos seis u ocho reales de contado, y de mandas para pagar ochenta reales en dinero y trigo, de que hizo memoria y llevó D. Cristóbal para su cobranza.”
Don Francisco González Mateos “fue poniendo por memoria en un papel las limosnas que se juntaban cada día de la bacinica, con expresión de las cantidades que diariamente se juntaban y personas que salían a pedir, y cree se pidió por el estado eclesiástico y secular dos personas cada día, y él pidió uno con D. Antonio Riaño, Clérigo Beneficiado y juntaron ambos cuarenta y tres reales, o cuarenta y tres y medio; y le parece fue esta de las mayores limosnas: y de la del bufete, que se componía de dádivas de alhajitas, pan, aves y otros géneros, cuidó Juan Sayago, Presbítero, y la memoria que hizo… se había de hallar o hallará en un baúl de baqueta que dejó dicho D. Cristóbal de Molina, adonde les puso el testigo. Sabe que en la ciudad de Sevilla se dio un vestido de tela verde de plata para el Niño, y también se dieron allí algunas limosnas para un terno que se hizo; no sabe las que fueron porque D. Cristóbal las pedía por sí.”
Algunas otras noticias agrega a lo anterior D. Juan de la Vera: “Con las tazas se juntó el primer día por D. Alonso Cabrera y D. Pedro Jacinto sesenta y tantos reales en dinero, sin otras cosillas para el bufete: el segundo día que pidió el testigo y Pedro Miguel cincuenta y tres reales sin gallinas, que fueron cuatro, y tres quesos, que se llevaron en casa de D. Cristóbal, y cintas, bolsas, y una cartera, y un par de pichones, y otras curiosidades, que valdrían más de cincuenta reales, que todo se le entregó a dicho D. Cristóbal: y los demás días fueron pidiendo otras personas (hasta que don Cristóbal cayó malo) y juntaban a menos; pero nunca bajó de veinte reales: y otros días después de enfermo el susodicho, había mala forma en pedir respecto de su enfermedad y se juntaba menos.”
Los herederos de D. Cristóbal, fijaron el ingreso que hubo durante la permanencia de la Santísima Virgen en el pueblo en 6.000 maravedís.
“Además de las limosnas referidas se pidió una para un terno el primer año (1691) y la cantidad que se juntó se depositó en manos de Juan Méndez Sereno, la cual se llevó a Sevilla y allí se pidió también limosna para dicho terno; de modo que la tela de él se compró de dichas limosnas, y solo tuvo que pagar el dicho Don Cristóbal una pieza de holandilla y la hechura, porque los flecos también se compraron de limosna, a lo que asistió el testigo en Sevilla.” La limosna la pidieron D. Cristóbal y Don Benito de Arana, alcalde que entonces era de la Villa y reunieron, según la cuenta que dieron los herederos de D. Cristóbal 140 reales.
El gasto que ocasionó el terno fue el siguiente: “diez y ocho varas de raso a veinticinco reales la vara, cuatrocientos cincuenta reales –trece varas de esterlín encarnado a cinco reales la vara, sesenta y cinco- veintiuna onzas de guarnición falsa, en que hubo sesenta y tres varas para la guarnición de dicho terno y dalmáticas, valen setenta y tres reales y medio = flecos de los collares y cordones veinticuatro reales = de la hechura en Sevilla de dicho terno ciento y diez reales = En total setecientos veintidós reales.“
También se compraron en estos años “ocho amitos, los cinco de bretaña y los tres de estopilla, con sus guarniciones de encajes y puntas y tuvieron de costo, según tasación, ciento y doce reales; e hizose un alba de limosna, por cuya causa no se carga nada.”
Se hicieron “dos Baqueros del niño Jesús en que entraron tres varas de primavera de plata a cincuenta reales cada una; tres varas de tafetán doblete que así mismo se gastaron en el forro, a siete reales y medio la vara; cuatro onzas de encaje a cinco reales cada una, para la guarnición de los dichos baqueros, de la hechura doce reales.”
Declaró Juan de la Vera que “de los vaqueritos de tela de plata que se trajeron para el Niño, dio el uno de limosna D.ª Ana Catalina de la Parra, y para el otro dio dos pesos D.ª Isabel de Rueda, muger de D. Alonso del Castillo, y lo demás dijo dicho D. Cristóbal lo daba y suplía de su caudal por limosna;” y el mismo Juan de la Vera Pbro. Entregó al Mayordomo “sesenta reales para ayudar a comprar un velo para nuestra Señora y no se le compró; el cual velo era promesa suya, y dichos sesenta reales fueron limosna de treinta misas que le encargó D. Pedro Patiño.”
Se compró también “un estandarte en que entraron cinco varas de tafetán doblete blanco a siete reales y medio vara; y nueve varas de fleco a real y medio cada una; e hízose el escudo y la hechura de limosna.”
Pero la obra más importante que emprendió D. Cristóbal Yanes de Molina, fue la construcción de los portales, que a más de hermosear el Santuario, eran de gran comodidad para los feriantes, y habían de dejar utilidad a la Hermandad.
“Dio principio a los primeros arcos Juan Gordillo, maestro alarife de Zafra, y se ajustaron en seiscientos y sesenta reales y cuatro fanegas de trigo; cuya obra la feneció Francisco Sánchez Barrera, vecino de esta villa, y se le dieron doscientos reales y dos fanegas de trigo para concluirla… Los ocho arcos a continuación de los de arriba los ajustó dicho don Cristóbal de Molina en la misma cantidad con el dicho Barrera; de cuya cantidad no se le satisfizo al dicho más de trescientos y sesenta reales y las cuatro fanegas de trigo, por no haberlos fenecido….”

martes, 5 de mayo de 2009

MES DE MAYO, MES DE LAS FLORES

Desde el pasado 1 de Mayo dieron comienzo los cultos en honor a Nuestra Patrona, correspondientes al Mes de María.

Todos los días, a las 8 de la tarde, se celebra rezo del Santo Rosario y posterior Celebración de la Eucaristía, a cargo de nuestro Párroco y Director Espiritual Don Gabriel Sánchez García.

Los jueves se expone el Santísimo Sacramento, como viene siendo habitual en la Parroquia.

Y los sábados a las 12.00 de la mañana se reza la Sabatina y el Ángelus a Nuestra Señora de Guaditoca.

Por tanto, este mes de Mayo es momento de reencontrarnos espiritualmente con Nuestra Patrona en los Cultos que se celebran en su Honor.