viernes, 26 de septiembre de 2008

Llegó la hora del adios....


Desde el último sábado del mes de abril hasta hoy han pasado cinco meses. Los cinco meses tradicionales que Nuestra Madre está en Guadalcanal. Hoy es el día en que todo acaba, o empieza, según lo miremos. Acaba un período en el que la devoción de todo un pueblo ha estado presente en cada culto, en cada misa, en cada acto que en torno a Nuestra Señora de Guaditoca la Hermandad ha organizado. Y empieza un período de anhelo, de sueños, de esperanza, soñando con que llegue ya el útlimo sábado de abril.


Cuando la tarde del 25 de abril de 2009 se abra de par en par para que los campos extremeños y andaluces acojan con sus verdes praderas salpicadas de flores la majestad de la Madre de Dios, habrán pasado siete meses de ausencia física. De querer estar con Ella y conformarnos con tenerla en nuestro corazón (¿hay algo más grande que eso?) y contemplar su imagen en la antigua estampa que nos dieron aquel besamanos, aquella Función Principal de Instituto, o aquella Romería de Abril de hace años, cuando fuimos a besar su mano a la Ermita. Desde hoy comienza el tiempo de la espera. Como cual cuaresma que anhela el cofrade de nuestro pueblo, como mes de agosto que se hace interminable para los amantes de nuestra feria, como el niño que espera nervioso el día de su Primera Comunión, llegó el momento de esperar pacientes que pasen 7 meses para tenerla de nuevo con nosotros.


Es alegre pensar que se va, pero que vuelve, Ella siempre vuelve, porque en realidad nunca se va. Se queda con nosotros en nuestro pensamiento, en nuestra alma, en nuestras retinas Su Cara Morena cuando le da el sol mañanero de Septiembre al subir el Puerto. Se quedan los cinco meses que hemos compartido día a día con Ella, sin pensar siquiera en los minutos que pasaban mirando su rostro divino, sin pensar que pasaba el tiempo sin darnos cuenta. Son tantos y tantos los besos que lleva en su Bendita Mano, tantos ruegos y oraciones las que se llevan sus tirabuzones morenos bajo el sombrero de Pastora, son tantas gracias las que deseamos alcanzar y cada tarde pedíamos en su Novena, con la confianza de que al ser nuestra Madre y Protectora nos las dispensará siempre...


La tristeza por el adios se hace presente, pero debemos cambiar ese sentimiento por el de alegría, alegría que llevan sus romeros al llevarla hasta su Altar, alegría de los niños que la acompañan andando por vez primera, alegría de las mujeres que a su Lado irán rezando agarradas a los varales de su templete. Alegría del hombre que con la voz rota del camino le gritará "¡Viva la Virgen de Guaditoca, Viva Nuestra Patrona!", alegría del Coro que acompañará su Caminar con sus cantos y plegarias, alegría de un pueblo entero que vibra con la presencia de la Madre de Dios. Son sólo siete meses, no es más que un sueño que despertará con la frondosidad de la Primavera y que desembocará en un arroyo de fe a las Plantas de la Madre de Dios cuando las tardes abrileñas sean más largas.


Quedémonos con la presencia infinita de su nombre, hoy por siempre GUADITOCA, más presente que nunca en todos nuestros corazones.


¡ Feliz Romería de Septiembre !