domingo, 28 de junio de 2009

ACTOS CONMEMORATIVOS DEL LXX ANIVERSARIO DE LA BENDICIÓN DE LA SAGRADA IMAGEN DE NUESTRA PATRONA

Este año 2009 se cumplen 70 años de la Bendición de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora de Guaditoca, Patrona de Guadalcanal, que fue Bendecida Solemnemente en el año 1939 tras los fatídicos hechos de la Guerra Civil Española.

Para conmemorar esta importante efemérides, la Junta de Gobierno de la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Guaditoca está confeccionando una serie de actos extraordinarios que se celebrarán durante los meses de Agosto, Septiembre y Octubre, tanto en Guadalcanal como en el Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca una vez que Nuestra Patrona regrese al mismo en la Romería de Septiembre.

En el momento en que este calendario de actos esté finalizado se hará público para conocimiento de todos nuestros hermanos y devotos.

lunes, 15 de junio de 2009

Calor y esplendor en la tarde del Corpus de 2009

El pasado sábado Guadalcanal vivió con esplendor la Solemnidad del Santísimo Corpus Christi, echando a la calle, pese al intenso calor, sus mejores galas para recibir la Custodia de Plata con la Sagrada Eucaristía, acompañada como es tradición por Nuestra Patrona, la Santísima Virgen de Guaditoca.

El discurrir de la Procesión por el itinerario habitual, marcado este año por la gran participación de los vecinos de nuestro pueblo engalanando calles y balcones, tuvo su peculiaridad en la numerosa instalación de altares por parte de nuestras Hermandades Locales, y por parte de los colectivos pastorales de la Comunidad Parroquial de Santa María de la Asunción.

Nuestra Hermandad, con la colaboración de hermanos y devotos de Nuestra Patrona instaló el altar en la fachada del Ayuntamiento de Guadalcanal, presidido por la Imagen del Sagrado Corazón de Jesús, acompañado por San Francisco de Asís y por San José.

El pueblo de Guadalcanal brilló de esplendor durante toda la Procesión, viéndose un número de asistentes y público mayor que otros años.

En breve ofreceremos galería fotográfica.

domingo, 7 de junio de 2009

Solemnidad del Santísimo Corpus Christi


El próximo fin de semana Guadalcanal vivirá de nuevo la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, conocida popularmente por CORPUS CHRISTI. Como marca la tradición, nuestra Patrona acompañará al paso de la Custodia con Jesús Sacramentado en la Solemne Procesión que, con carácter excepcional, tendrá lugar este año el sábado por la tarde, tras la Santa Misa que se oficiará a las 6 de la tarde en la Parroquia, y que estará presidida por nuestro Párroco y Director Espiritual, Don Gabriel Sánchez García.

Debido a esta modificación, el tradicional acto de Presentación a los Niños Recién Nacidos a la Santísima Virgen tendrá lugar el domingo, tras la Función Eucarística que tendrá lugar en la Plaza de Españaa las 11 de la mañana y que contará con los cantos litúrgicos por parte del Coro Sacramental "Cristo de las Aguas". Dicho acto se celebrará en el interior de la Parroquia ante la venerada Imagen de Nuestra Señora de Guaditoca, Patrona de Guadalcanal.

"ALABADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR"

martes, 2 de junio de 2009

Capítulo IV: 2ª Parte

Se gastaron en la obra ochenta y tres maderos, de los cuales regaló once D. Pedro Luderq, y los demás se compraron en Cazalla, costaron 720 reales: las alfajías doscientos reales; y los clavos costaron sesenta y seis reales; la obra de carpintería, que se confió a Juan Lozano, Juan Sánchez de Alanís y Alonso Fernández, importó 276 reales.
La cuenta de ladrillos y teja sumó mil ochocientos cincuenta y cuatro reales y se invirtieron cinco hornos, uno a cargo de Cristóbal Corrales, tres por cuenta de Juan Rodríguez de Mora y otro que labraron y cocieron “unos hombres de Valverde;” a más novecientos ladrillos que dio Juan González de la Espada, Presbítero.
El acarreo de piedra para hacer la cal costó ciento treinta y cinco reales, que se pagaron a Francisco Hernández Bohórquez; doscientos reales importaron los hornos y treinta y seis poner la cal a pie de la obra.
Por último “cien arrobas de vino que se gastaron en dicha obra a cuatro reales arroba.”
En la información para justificación de las cuentas, se encuentra noticias de algunas limosnas para estas obras: “el vino que bebieron los carpinteros, lo dio D. Francisco de Molina y pagó el porte de las cabalgaduras que trajeron las alfajías de Cazalla, menos las que Juan Bautista Rodríguez pagó:” “un fulano Galindo de Constantina, dio de limosna una carretada de alfajía, y se dieron muchos cuartones de la Mina graciosamente por los jueces de ella."
Hemos puesto al por menor estas noticias, porque tiempo después veremos destruir todas estas obras y aprovecharse de ellas como propias, quien debiera velar por la defensa de todo lo concerniente al santuario y al caudal de la Virgen.
De la cuenta resultó un alcance a favor de la Mayordomía de 142.640 maravedís, y la carpeta no contiene el auto de aprobación, no consta si lo personaran los herederos de don Cristóbal.
Aun estaba el Vicario general en Santa Visita y el 30 de Agosto de 1695 llegó a su noticia “de que por Antonio González, de nación valenciano, que tiene su asistencia en el Santuario de Ntra. Sra. de Guaditoca, se ha puesto fuego en las casas de la Mayordomía de dicho Santuario y hecho con el daño considerable, por cuyo delito y daño debe ser castigado –dijo el Vicario general- y mandó se asegure y prenda su persona y ejecutada esta diligencia, se le tome una declaración con las preguntas y repreguntas necesarias y que convengan, y pase a la averiguación de este caso examinando los testigos que de él tuviesen noticias: cuyas diligencias ejecute Alonso Durán de la Vera, presbítero, Fiscal de la audiencia, por ante cualquier notario de ella; y para ello y las demás que se ofrecieren hacer de parte de Ntra. Sta. Madre Iglesia, a quien todos debemos obediencia, su merced exhorta y requiere, y en caso necesario ordena, a los Sres. alcaldes ordinarios de esta dicha Villa y cualquiera de sus ministros in solidum, impetren el auxilio del brazo seglar y den los ministros cárcel y prisiones que se pidieren. Pena de excomunión mayor y con apercibimiento de los daños: y así lo proveyó y firmó.” Dio fe el escribano Fernando García de Mendoza.
En el mismo día el notario Antonio Rodríguez de Olivera presentó el auto requisitorio al alcalde ordinario de la Villa Juan Jiménez de la Parra, quien habiéndolo visto dijo que estaba pronto a cumplirlo por su persona y ministros; quedando también notificado el fiscal Alonso Durán.
No se perdió tiempo en esclarecer el daño y buscar su causa, pues en la misma fecha encontramos al fiscal y al notario en el Santuario, acompañados del ministro ordinario de la Villa, Miguel de la Cruz, cumpliendo lo mandado por el Vicario general.
Reconocieron primeramente las casas de la Mayordomía y vieron “que en las caballerizas están quemados los techos y madera, puertas y pesebres de forma que no quedó otra cosa que las paredes y el doblado del segundo cuarto en la mis misma forma; y habiendo subido a los tejados se vio están mucha parte dellos quebradas las tejas desde las puertas y portales de la calle hasta donde estaba el fuego, que al parecer fue cuando la gente acudió a remediar el incendio y para traer agua.”
Llamaron después al Hermano Antonio, ermitaño, y recibido su juramento de decir verdad, fue preguntado a tenor del auto y reconocimiento que se había hecho y “dijo que ayer, que se contaron veintinueve del corriente, a causa de haber a la puerta de la caballeriza de las casas de la Mayordomía muchas pulgas, puso unas retamas encendidas a dichas puertas por la parte de afuera, para que se quemasen las pulgas; y estándolo ejecutando se levantó un aire muy grande, de que suerte que se entró el fuego dentro de dicha caballeriza y se pegó fuego a una poquilla de paja y granzones que estaban en el suelo, y por la fuerza del aire, sin que el declarante lo pudiese remediar, se levantó la llama y se pegó a la ripia del techo y se abrazó toda la caballeriza sin que quedase más de las paredes; y luego pasó al doblado del segundo cuarto dicho fuego y se quemó; y fue el incendio en tanto grado que si el declarante no hubiese dado voces, por cuya causa acudió mucha gente, que estaba en los campos en eras y otras partes, se hubiera abrasado toda la casa; y por la confusión que hubo para remediar el fuego, por traer agua, se quebraron muchas tejas de los tejados, a donde no llegó el fuego.”
Comparecieron después Cristóbal Barragán, mayoral del ganado lanar de D. Alonso Cabrera y Antonio Grosso de Ecija, vecinos de la Villa; juraron decir verdad y nada aportaron para el esclarecimiento del hecho, porque lo que sabían era de haberlo oído al Hermano Antonio.
La declaración del otro Ermitaño Gonzalo Borges tampoco agrega noticias nuevas: “El día antecedente que sucedió el incendio fue a Valverde y por la noche cuando vino, a causa de estar enfermo se reconoció fatigado y se acostó: y por la mañana por tener mala disposición se estuvo en la cama más tiempo que Antonio García, su compañero, y así que se levantó se fue a la Iglesia a hacer oración a Ntra. Sra. en cuya ocasión oyó el testigo voces, y salió para saber lo que había sucedido, y vio que se estaba abrazando la caballeriza, y dijo llorando: ¿qué has hecho hombre? y le dijo: por quemar las pulgas había resultado aquel fuego. Entonces el testigo fue corriendo y dando voces por agua, y a sus lamentos vino alguna gente, que estaba en el campo; y aunque se hizo toda diligencia, no se pudo remediar; pues se abrazó toda la caballeriza y el doblado del segundo cuarto de la casa de la Mayordomía y fue milagro que no se hubiera quemada todo.”
Declaró en último lugar un maestro sombrerero de la Villa, González Rodríguez, y lo que sabía era de oídas (29)
No contiene más el expediente: sin duda consideró el juez irresponsable del daño al Hermano Antonio, y no se procedió a ulteriores diligencias.
El Mayordomo del Santuario y de la Cofradía Francisco de Gálvez, Presbítero, pensó en arbitrar recursos para reparar el daño causado en la casa de la Mayordomía; y no teniendo la Cofradía medios para la obra “en que se habían de gastar cien ducados con poca diferencia” solicitó del Vicario general algunos ingresos extraordinarios. Pidió que de la Obra pía que había fundado Francisco García de la Parra (30) se le diesen 200 reales y que se mandara librar la cantidad que a su señoría pareciese bien de las obras pías de la villa.
Accedió el Vicario general y por auto dado en la villa en 24 de Septiembre, mandó “que de las rentas de las obras que fundaron los señores Freires (31) y Catalina Ramírez, y administran, aquella Cristóbal Jiménez, Caballero familiar del Sto. Oficio, y esta (32) Juan Antonio del Castillo, Pbro., las cuales, después de sus precípuas cargas están destinadas para pobres, se dén y paguen a dicho Mayordomo, y para el efecto de la reedificación de dichas casas del Santuario de nuestra Señora de Guaditoca, trescientos y cincuenta reales; los 200 de dicha obra pía de los Señores Freires, y los ciento cincuenta de la de Catalina Ramírez, por dichos administradores de el caudal, lo más pronto de dichas rentas, dentro de seis días y en virtud de santa obediencia y so pena de excomunión mayor: las cuales cantidades se les hagan buenas en las cuentas y para ello se dén los despachos necesarios. Y para lo que faltare cumplidamente a lo que importare la obra, sirva la limosna que hubiese juntado Antonio García Valenciano, Ermitaño de dicha Ermita y la que juntase en virtud de licencia, que para pedir limosna se le dio; y dos fanegas y media de trigo que se le hallaron, una cabeza de cerda de un año, y una jumenta y las demás que con su industria pudiese adquirir el mayordomo y diesen los fieles por devoción.”(33)
Cada día era mayor la devoción a la Santísima Virgen de Guaditoca y más espléndido el culto en su Santuario: a ello contribuyó la fundación de Capellanías servideras en él; y a fines del siglo XVII se fundaron dos. La más antigua la erigió Pedro González de Abarranca, en 18 de Junio de 1697 “para gloria y honra de Dios, por mí ánima y las de mi padre Francisco González Abarranca y de mi Madre María Ramírez de Nieva”; y con la obligación de que el Capellán que la disfrutase, dijese o mandase decir Misa en el Santuario de Guaditoca todos los días festivos del año, lo los que cupiesen en las rentas a razón de nueve reales de vellón cada una. Dejó por bienes dotales el remanente de su caudal, después de cumplir y pagar su testamento, y le agregó 388 cabezas mayores de ganado lanar, 90 borregos, 80 borregas, 8 carneros de simiente y cabras mayores y menores que se hallaren en sus tierras y con su señal, y dos burras; para que todo fuese vendido y puesto a renta segura. Su albacea realizó la venta de la ganadería en 11.000 reales de vellón y los dio a censo a José Martín de Vera, Presbítero, y a José Ruíz, vecinos de Berlanga, por escritura ante Diego Díaz, escribano de dicha Villa, otorgada en 18 de Junio del mismo año.
En el año siguiente Antonio Pérez de Moraga, natural y vecino del Obispado de Córdoba y residente en Guadalcanal, fundó otra Capellanía por escritura otorgada antes Gerónimo de Figueroa en 15 de Mayo. “Ha muchos días, dice, que tengo ánimo de voluntad de fundar una capellanía servidera en la Ermita de nuestra Señora de Guaditoca, sita en el Encinal, término y jurisdicción de esta Villa, por el mucho afecto y devoción que he tenido y tengo a dicha Imagen. Y para que los sufragios de las misas de dicha Capellanía sirvan por mi ánima, la de mi muger y personas de mi obligación y ánimas benditas del purgatorio…. Además de la oferta que tengo hecha de hacer esta fundación, por la devoción de dicha Imagen de nuestra señora de Guaditoca, es mi fin el que los forasteros y ganaderos que asisten en dicho sitio, oigan misa en dicha Ermita.” Para llevar a la realidad su promesa y voluntad anejó por bienes dos huertos, uno en la cuesta de Sra. Santa Ana, que linda con la calleja que sube a la Iglesia y el corral de las casas de Francisco González y Francisco Escudero, cuyo huerto compró en el mismo día a Juan Yanes Ortega; y otro de tres fanegas de sembradura en el sitio de Archidona, que compró en la misma fecha a María Alba, viuda de Pedro Suáres Otero y que lindaba con el camino de Guaditoca, el huerto de Cristóbal Jiménez y el Patronato que administraba D. Juan de Castilla. Impuso como obligación nueve misas rezadas, una en cada una de las siguientes fiestas: Asunción, Purificación, Inmaculada, Concepción, Natividad de María, Ascensión, Trinidad y S. Bartolomé.
La última noticia del siglo XVII, es el acuerdo de traer la S. Virgen, de 11 de Abril de 1698, “porque los temporales están estériles de aguas para los panes y demás frutos y para su conservación se necesita del rocío de nuestro Señor; y por ser justo en semejantes necesidades acudir a su Divina Magestad, para que se consiga por medio e intercesión de nuestra Señoras de Guaditoca, a quien esta Villa tiene, y su comarca, por amparo y protectora”. Nombró la Villa Comisarios a D. Pedro de Ortega Ponce de León y a D. Rodrigo de Castilla.
Por lo escrito anteriormente, vemos que para el culto de la S. Virgen de Guaditoca, había instituida con anterioridad al nuevo Santuario, una Cofradía; y los mayordomos de ésta corrían con la administración de las limosnas y bienes de la Virgen; siendo de consideración las sumas que se gastaron en obras para la mayor comodidad de los que concurrían a la feria, y en objetos y ornamentos sagrados. La familia de los Ortega, herederos de la devoción de D. Alonso Carranco y de su mujer D.ª Beatriz de la Rica, asistían con particular esmero al cuidado del Santuario, para lo cual pidieron y obtuvieron licencia de usar de una puerta de comunicación entre la casa de su morada y el Templo.
Era, pues, lo principal la Cofradía y secundaria la intervención de los Ortega; pero años después esta familia obtendrá la concesión de la administración de las rentas del Santuario, y la Cofradía llegará a extinguirse.
En el siglo XVII el culto es suntuoso, grande la concurrencia de fieles al Santuario, en especial en las fiestas de la Virgen, que se celebran en la Pascua del Espíritu Santo; de renombre la feria que a la sombre del Santuario tenía lugar; y la Santa Imagen no era traída al pueblo sino en caso de calamidad pública, siendo objeto en los días que estaba en la Parroquia de Santa María de culto especial y fervoroso. No tenía nada que envidiar el Santuario de Guaditoca a lo de más renombre.
La gloria de D. Alonso Carranco y de sus descendientes no debe oscurecer la de tantos devotos, como en la medida de sus fuerzas cooperaban al esplendor del culto, y si bien aquel hizo dispendios levantando el templo, éstos lo decoraron y enriquecieron generosamente, dotaron rentas para el culto y a manos llenas dieron limosnas. Después hemos de ver como decae el culto, y solo lo sostiene y vuelve a darle días de gloria el amor de los devotos: y cómo al caer el patronato, que alcanzó D. Alonso de Ortega, vuelve a surgir nuevamente la Hermandad.