domingo, 18 de enero de 2009

2ª ENTREGA: INTRODUCCIÓN DE MUÑOZ TORRADO

Ofrecemos ahora la Introducción del Libro "El Santuario de Ntra. Sra. de Guaditoca" que hizo su autor, Antonio Muñoz Torrado....

INTRODUCCIÓN

No son abundantes los documentos que poseemos para escribir por extenso una historia de la villa de Guadalcanal; pero sí los suficientes para reconstruir en parte su glorioso pasado, especialmente en lo relativo a su piedad y religiosidad, que tanto nombre le dieron entre los lugares del Priorato de San Marcos de León; pues gozó merecida fama por el esplendor del culto en sus iglesias, por lo numeroso de sus cofradías y hermandades y por los templos consagrados a Nuestro Señor. De todo ello algo puede decirse, así como de la fundación de los conventos, hospitales, obras pías, instituciones para sostén del pobre y desvalido; de todo aquello, en una palabra, que fue creado en días de fe profunda y de acendrada caridad, para gloria de Dios, honra de la Villa y bienestar de sus hijos. De mucho de ello solo queda la memoria, pues a manos de la revolución han desaparecido obras e instituciones, se han destruido conventos e iglesias, se derrocaron altares y aras, dilapidáronse caudales que eran patrimonios del pobre; y si algo quedó vivo en medio de tanto desastre y desolación, lo dejó sin los bienes que acumuló en tiempo pasado; y los mismos edificios religiosos, que respetó la impiedad, si aún se alzan para dar en ellos culto a Dios, es por obra de la caridad de los fieles.
Antes, pues, que el vendaval arrastre las cenizas que dejó el fuego de la impía devastación, queremos recoger con piadosa mano las pavesas, para que no se borre de la memoria de esta generación y de las siguientes el recuerdo de lo que ha sido Guadalcanal en el orden religioso. Hace tiempo que con todo cuidado y diligencia vamos recogiendo noticias y haciendo anotaciones para escribir algún día, si Dios nos diese su gracia, la Historia del pasado. Pobre tributo, si bien nacido del afecto y del cariño más profundo a esta Villa a la que amo como hijo y cuyas glorias miro como propias, siendo mi más ardiente deseo verla ocupar lugar preeminente al que la eleven las virtudes y buenas prendas de sus hijos.
Mientras llega ocasión propicia y caminando hacia el fin deseado, he coleccionado en este libro lo referente a la venerada imagen de Nuestra Señora de Guaditoca, amantísima Patrona de la Villa, y a su Santuario, para que sea como la portada de esos otros trabajos; rindiendo a la par el testimonio de mi amor y gratitud a tan excelsa Madre, a la que he amado desde mi niñez, si bien no con el rendimiento a que soy obligado, ni con la fineza a que Ella tiene derecho, pues ha sido y es mi protectora, mi esperanza y mi consuelo dulcísimo.


Quiera el Señor y su Madre bendita, bajo el título y advocación de Guaditoca, que estas páginas, aunque sin valor ni mérito alguno, sirvan para ilustrar a sus devotos y para aumento de la devoción a tan celestial Señora entre los hijos de Guadalcanal.

II

Como en las siguientes páginas hemos de aludir frecuentemente a la jurisdicción eclesiástica que en Guadalcanal ejerció la Orden de Santiago, vamos a dar una breve noticia sobre la pertenencia de la Villa a la Orden y su organización en lo eclesiástico.
En el capítulo general que en 1239 celebró la Orden en Mérida, presidiendo el gran Maestre D. Rodrigo Iñiguez, acordóse proseguir la guerra en Extremadura contra los moros; de allí salió el Maestre a campaña, y fruto del esfuerzo de los caballeros fue la conquista de las villas de Almendralejo, Fuente del Maestre, Llerena, Usagre y Guadalcanal: Rades y Andrade pone estas conquistas en 1241. Han llegado hasta nosotros los nombres de algunos de los esclarecidos caballeros que acompañaron al Maestre en la reconquista de Guadalcanal: el comendador D. Rodrigo de Valverde, D. Rodrigo Iñiguez, que lo era de Montalbán, D. Lope Sánchez de Porras, trece de la Orden, D. Hernando Meléndez, comendador y su hermano D. Rodrigo Yáñez, que lo era de Almoguel, Alvar Martínez de Ibarra, comendador de Mora, con otros caballeros y sus mesnadas.
Se erigieron tres parroquias; Santa María de la Asunción, Santa Ana y San Sebastián; poniendo en cada una de ellas un Beneficiado, y su dotación quedó a cargo de la Mesa Maestral; fue incorporada la Villa a la Vicaría de Santa María de Tentudía; y el 6 de Junio de 1395 le concedió el gran Maestre D. Lorenzo Suárez de Figueroa, en premio a los servicios que hizo la Villa a la Orden en las campañas, el derecho de tener Vicario, que fuese un clérigo de la Villa, con carácter de lugarteniente del de Tudía, para oír y librar con poderío bastante todos los pleitos que pertenecen al juicio de la santa Madre Iglesia, y reservando al de Tudía el jus vivendi, o sea el derecho de recibir en apelación las causas sentenciadas por el Vicario de Guadalcanal. Este privilegio, honroso para la Villa, fue confirmado por D. Alonso de Cárdenas y los trece caballeros en el Capítulo de 9 de Mayo de 1480; después lo confirmaron nuevamente los Reyes Católicos en 6 de Junio de 1494, y otros Reyes en fechas posteriores.
La última confirmación la dio Fernando VI en 28 de Septiembre de 1753 por Real Cédula resolutoria de un pleito entablado ante el Consejo de Órdenes por el Clero y Ayuntamiento de la Villa en contra del Vicario General de San Marcos de León, que había sustraído algunas causas al conocimiento del Vicario de Guadalcanal. Al suprimirse las jurisdicciones exentas por S.S. Pío IX, se sometió la Villa quieta y pacíficamente a la jurisdicción del Arzobispo de Sevilla; y en el arreglo parroquial se suprimieron las parroquias de Santa Ana y San Sebastián, que han quedado como filiales de Santa María de la Asunción.