miércoles, 19 de enero de 2011

CAPÍTULO XIII (2ª Parte)

Así mismo tiene por conveniente este Ayuntamiento que en las ocasiones en que la santa Imagen viene a esta Villa con motivo de celebrarse la feria, sea el Administrador quien en clase de comisario nombrado concurra y asista a dicha venida y llevada sin causar gastos, pues estos están suprimidos por anteriores acuerdos, evitando por este medio al Ayuntamiento reproducir anualmente nombramiento de Comisarios, pudiendo ejercer las funciones que respectan a este ministerio dicho Administrador, a el paso que sólo hace forzoso concurrir a la Ermita para la colocación de la santa Imagen en las andas; quedando al cuidado del Ayuntamiento el nombrar Comisario… en las ocasiones que tuviese por conveniente, sin que este acuerdo le irrogue perjuicio para hacerlo, ni le atribuya al dicho Administrador, y especialmente en las que haya de traerse la Santa Imagen para efectos de rogativas o en acción de tributarle gracias.”

En el mismo día dirigía el Vicario al Ayuntamiento esta comunicación:
“Atendiendo a las urgencias y necesidades del Reino, he dispuesto se hagan rogativas generales con concurrencia del Clero de las tres parroquias de esta Villa, a María Santísima por medio de su sagrada imagen de Guaditoca en los días que ha de existir en ella con motivo de la devoción de los fieles que concurren a la feria, haciendo procesión general con la traslación de la santa Imagen del convento del Espíritu Santo a la Parroquial mayor, y en el regreso de esta a aquel.” En la misma fecha quedó enterado el Ayuntamiento de la carta.

En la actualidad nada percibe la Hermandad del producto de la feria; y sus ingresos están reducidos a las cuotas de los Cofrades y a las limosnas de los fieles; siendo muchos los gastos a que se han de atender.Si estas páginas llegaran a manos de los concejales del Ayuntamiento de Guadalcanal, con ellas quisiéramos hacerles la petición de que pararan mientes en este documento y conforme al amor que a la Virgen tienen, y a su celo por la honra de la Villa, vieran si hay posibilidad de que la Corporación municipal, que hoy percibe muy saneados ingresos de la feria, consignara en sus presupuestos anuales alguna cantidad para el culto a la Santísima Virgen de Guaditoca, dedicando su importe para ayuda a los gastos de la función principal.

En 17 de Julio de 1795 solicitó Jesús Ferro, vecino de la Villa, se sacase a subasta la bodega de anejar vinos que en la calle de San Bartolomé tenía la Obra pía. Al día siguiente el Vicario D. Paulino Rafael Caro pasó la solicitud a informe del administrador de la citada Obra, que lo era don José López Abarranca, presbítero, cuyo parecer fue favorable a la petición; y apreciada la bodega en 2.000 reales y las tinajas en 2.090 reales, en 5 de Agosto, mandó el Vicario poner edictos para la subasta: no hubo más postor que el Ferro que ofreció 2.100 reales, adjudicándosele la bodega y otorgando en 6 de Octubre la escritura el Administrador. (84)
Días después se resolvía otro asunto afecto a esta Obra pía; la incorporación de la Capellanía al Beneficio curado de la parroquia mayor, (85) asunto en que se venía trabajando de algunos años antes; pues habiendo vacado por defunción de D. Antonio Blanco, Pbro, Comisario del Santo Oficio de la Ciudad de Llerena, la dicha capellanía fundada por la Marquesa de San Antonio, los Patronos, que lo era Fr. Francisco Javier Lora, Guardián de S. Francisco y el Lcdo. D. Paulino Rafael Caro, del Orden de Santiago, como cura de la parroquia mayor, acudieron en 4 de Septiembre de 1883 al Iltmo. Sr. Prior de San Marcos de León, representando que la capellanía estaba incongrua porque la bodega, sobre la que estaban impuestos ciento cincuenta reales de renta, estaba del todo arruinada, y que siendo la carga de cuarenta misas rezadas, en otros tantos días desde San Pedro hasta fin de Diciembre, importaba 240 reales, a razón de seis de estipendio cada una, más otro doscientos para reparos, los cuales habían de sacarse de la casa de la calle Camacho, pues no había otros bienes; desistían por tanto de nombrar capellán, sin perjuicio de sus derechos, y pedían se uniera al Curato de Santa María perpetuamente, con la obligación, por parte del Cura, no sólo de conservar la casa y repararla, sino de proveer de sacerdote confesor que cumpliese en el Santuario las cargas que impuso la Marquesa.
Quedó la tramitación del asunto en suspenso, por la carta circular de la Real Cámara y orden para el plan general de uniones, suspensiones y desmembraciones de piezas eclesiásticas y por dificultades ocurridas en el Priorato. A súplicas y nuevas instancias del Vicario Caro al Consejo de órdenes en 29 de Julio de 1795, respondió el Real Consejo a 7 de Noviembre siguiente, mandando al Prior instruir diligencias en justificación de la utilidad de lo que se pedía, insertando en auto el favorable informe que dio en 26 de Octubre anterior el Fiscal.
En 1º de Diciembre, el Prior subdelegaba en el Provisor de Llerena para instruir el oportuno expediente y este dio comisión, a causa de las muchas ocupaciones que pesaban sobre él, en D. Bartolomé Olmedo y Rico, teniente cura de Santa María de Guadalcanal. Hízose la información oyendo al fiscal de la Audiencia de Llerena, D. Manuel Cabezas, a los Patronos y a los testigos D. José Arias Caballero, D. Ramón Pedro García y D. Alonso Trujillo de Vargas, presbíteros, y fue en todo favorable a la petición que tenían hecha los patronos; por lo cual en 17 de Febrero de 1976, el Lcdo. Don Pedro Gómez Cabanillas, del orden de Santiago, Canónigo, Subprior, presidente y Gobernador pro capítulo Sede priorali vacante unió canónicamente para siempre jamás al beneficio curado de la Parroquia de Santa María de la Asunción, la mayor y más antigua de Guadalcanal, la capellanía que había fundado la Marquesa de San Antonio, quedando obligado el cura que fuere al levantamiento de las cargas. (86)
Al terminar el siglo XVIII queda el Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca en condición muy inferior de cómo se encontraba al comienzo del mismo siglo. Ciertamente que el traslado de la feria fue causa principalísima de la disminución de las rentas y motivo de que se entibiara la devoción a tan celestial Señora en los pueblos de la comarca; pero no es menos cierto que el patronato, tan glorioso en la mediación del siglo, ya camina a su ocaso, y vino a confundirse la suerte del Santuario con la de los patronos.


En los últimos días de este siglo la influencia de los Ortega estaba muy mermada en la Villa, y de ello quizás se prevalieran en el Ayuntamiento para realizar el proyecto de traslado de la feria. Tal vez sin el patronato hubiera ocurrido lo mismo; pero si hubiera existido la Cofradía, esta hubiera hecho frente al nuevo estado de cosas.
Poco se preocupó del patronato, al llegar a la mayor edad, D. Francisco Ortega: se apresuró a obtener el nombramiento de Alférez mayor de la Villa (87) pero omitió el conseguir la Real Cédula de patronato sobre la Ermita de Guaditoca; continuando desde que llegó a la mayor edad en el disfrute del patronato de hecho; pero terminando en él el Patronato de derecho.