viernes, 11 de junio de 2010

"EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE GUADITOCA" Capítulo X

Fiestas de rogativa en 1779.- Pretensiones del Patronato sobre aplicación de Misas en el Santuario.- Alcance a favor del caudal de la Virgen.- Escritura de censo.- Sucesos con motivo de la traída de la Santa Imagen en 1788.- Muerte de D. Juan Pedro de Ortega.-

Muy solemnes fueron las funciones que se dedicaron en 1779 a la Virgen Santísima de Guaditoca, con ocasión de la necesidad de agua que se sufrió en ese año. Acordó la Villa en 19 de Abril traer la Santa Imagen para implorar del cielo remedio a la aflicción y nombró Comisario de las fiestas a D. Juan Pedro de Ortega.
En la mañana del día 22, se trajo la Santa Imagen con la solemnidad y en la forma acostumbrada en tales ocasiones; y el día 25 la Villa dispuso fiestas religiosas extraordinarias a cargo de los barrios y de los gremios “con el deseo de que se consigan las misericordias de Dios, a cuyo fin se están practicando solemnes rogativas por la intercesión de María Santísima bajo el nombre de Guaditoca, como patrona y titular de esta Villa, y continuarán hasta cumpliese nueve días; y para que por los respectivos cuerpos gremiales se haga igual súplica, y por los barrios de las tres parroquias, según lo han usado otras veces en iguales ocasiones de necesidad, nombraron para el de Santa María, a Francisco Gómez y a Francisco Marques el Menor; para el de Santa Ana, a Diego y Lorenzo Cabezas; para el de San Sebastián, a Juan Sánchez Romero y a Agustín Vázquez; para la clase de labradores a Juan Riaño, Francisco Albarrán, Vicente Cortés y Manuel Pinelo; para los hortelanos a Francisco Galván y José Gordón y Benigno Rivero; para los molineros a Antonio Guerrero y Francisco Palacios, para los arrieros a Antonio Cerero y Alonso García; para los muleros a Francisco López Chucano y Diego Díaz; para el gremio de zapateros a Pedro Fontán Alvaro de Gálvez, Juan Veloso y Francisco del Valle; para los demás gremios de artesanos a Nicolás de Arenas, de la calle San Bartolomé, tejedor de lienzos, de sastres a Eusebio Ugía; de herreros a Vicente Hernández; de herradores a Sebastián de Arroyo; para el de barberos a José Pizarro el Menor; para los carpinteros a Jerónimo Espino; para el gremio de mercaderes y tenderos en función sola a Antonio Cordo y José Cristóbal, de cuyos nombramientos se les pase lista por el presente escribano para que lo tengan entendido y apliquen su devoción.”
El nuevo Patrono del Santuario D. Juan Pedro de Ortega, acudió en 1780 al Vicario general de San Marcos de León, D. Antonio Bustamante, que estaba en la inmediata Villa de Berlanga practicando la Santa Visita, para que le confirme el derecho que cree tener para recoger las misas de voto que se ofrecen a la Santísima Virgen; pidiendo también que las hermandades de Ahillones, Valverde y Berlanga “a las que se tienen concedida casas en el Santuario, le rindan cuentas anualmente y le entreguen lo que pertenece a la Virgen después de pagar los gastos.” El Vicario general accedió a la petición en 17 de Abril del mentado año y dio comisión a D. Pedro López, de Guadalcanal, para que por ante Notario diese cumplimiento a lo mandado.
Tengo por cosa segura que éste fue el principio de la decadencia de aquellas Cofradías, que sobrevivieron a la de Guadalcanal por la libertad de que hasta ahora habían gozado; pero al someterlas al Administrador y quedar obligadas a rendirle cuentas y a entregarle el sobrante de sus rentas, se les asestó rudo golpe y, por si no fuera bastante, el traslado de la feria, años después a Guadalcanal, acabó definitivamente con ellas.
No sabemos si aquellas Hermandades protestaron, o no: pero sí que la Comunidad de Sacerdotes de la Parroquia mayor, se dispuso a oponerse a esta intromisión de D. Juan Pedro de Ortega y Tena y se hizo alguna gestión por acuerdo de la Comunidad. En 30 de Julio de 1783, no habiendo obtenido resultados favorables, se reunió de nuevo, presidiendo por indisposición del Párroco, D. Juan Espinola, Teniente cura, (72) e hizo saber que se reunían “a fin de acordar y determinar sobre la acción de cobrar las misas que se ofrecen a la Virgen de Guaditoca en su Ermita, a que entremetió su Mayordomo” y acordaron continuar el litigio, confirmando y en su caso renovando el poder general que la Comunidad tenía dado a su Mayordomo D. Francisco Marques; y “respecto a que el mismo Mayordomo de la dicha Ermita ha querido usurpar la acción que también le compete a esta colecturía de numerar y contar los asistentes a la procesión que en la referida Ermita se celebra en el último día de la feria, y de consiguiente el pago de sus obenciones, las cuales negaba el Patrono a los ordenados de mayores y menores órdenes, individuos de esta Comunidad. Se acordó asimismo por todos de conformidad, excepto D. Lorenzo de Alba que lo repugnó, se continúe y defienda dicha acción como el cobro de la obenciones pertenecientes a los referidos ordenados: así lo acordaron.”
Proseguía este litigio en 1789 porque en ese año se dio poder “para continuar el pleito sobre el cobro de las misas, que se mandan decir en Guaditoca, con D. Juan Pedro de Ortega, como administrador, y con D. Fernando Páez Carrasco, Presbítero, como Capellán de dicha Iglesia, a favor de D. Antonio Cerezo, colector actual”, por muerte de D. Francisco Márquez; sin que se haya encontrado otra noticia posterior de este pleito.
Por los años 1783 presentó cuentas el Patrono a la Santa Visita, según tenían de obligación los Administradores del Santuario, y el estado de ellas fue muy próspero para el caudal de la Santísima Virgen, y resultó alcanzada la administración, por lo que se mandó por el Señor Visitador que D. Juan Pedro colocase a censo la cantidad de 8.000 reales de que aparecía deudora la Administración y D. Juan Pedro de Ortega se apresuró a cumplir lo mandado dirigiendo al Vicario general, que estaba en la Villa, una solicitud en la que dice: “Que habiendo recaído en mí unas casas principales de morada en esta Villa y calle de San Bartolomé por compra que hice a D.ª Ana de Tena mi madre, por sí y a nombre de sus hijos D. Antonio y D.ª Nicolasa de Ortega mis hermanos, siendo de cargo de estos el pago de 8.400 reales de cierto comunicado que dejó D. Pedro de Ortega y Arjona mi padre, y respecto a que 8.000 reales de esta cantidad se habían de distribuir a beneficio del Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca, de este término de que soy administrador, según que así resulta por los libros de cuentas y en ellos ha mandado el Sr. Vicario general de esta Provincia los tome a censo para pagar réditos a razón de un dos y cuartillo por ciento, como parece del testimonio que va por cabeza de esta escritura y a la letra es como se sigue: D. Juan Pedro de Ortega, Patrono y Administrador perpétuo por S.M. de la Ermita de Nuestra Señora de Guaditoca, ante V.S. parezco y digo: que habiendo dado las cuentas de mi cargo, resulta en el proveído de la aprobación que otorgue escritura de censo a favor de la Virgen de 8.000 reales que resultan de cargo a el anterior administrador y en favor de Nuestra Señora, a la que estoy pronto otorgar y cumplir con lo mandado por V.S., pero antes de hacer la dicha obligación hago presente; que hallándose los ocho mil reales en una parte de casa y en las que al presente son mías propias, se le considere lo que V.S. estime por justo para los reparos que regularmente es necesario conceda, y cuando a esto no haya lugar desde luego me obligo a satisfacer el importe de un dos por ciento y los reparos que en la parte de casa sean necesarios, bajo lo cual y siendo del agrado judicial haré la correspondiente escritura: = Por tanto a V.S. pido y suplico se sirva proveer y determinar como llevo expuesto en lo que recibiré merced – D. Juan Pedro de Ortega,” (73)
Accedió el Vicario general D. Antonio de Ulloa y Prado, del Orden de Santiago y en su virtud, se otorgó la escritura de censo a favor de la Ermita y Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca de 180 reales de renta y censo en cada un año, que el primero correría desde el día de la fecha de la escritura, por razón de los 8.000 reales impuestos sobre la mitad de las casas principales de su propiedad, en las que mora en calle de San Bartolomé, de la cual tenía él tres partes y una de su madre D.ª María Teresa de Tena, y lindaban con la bodega de anejar vinos de los herederos de D. Andrés de Ortega, y no tenían otra carga que cinco reales de una memoria a la colecturía de Santa María. Se otorgó la escritura a 11 de Junio de 1784 ante el notario Gerónimo Muñoz de Espinosa, y fueron testigos Francisco Javier Marchena, D. Pedro de Naba y Joaquín Robles, vecinos de Guadalcanal.
La traída de la Santa Imagen por necesidad de agua en 1788, ocasionó disgustos y causó intranquilidades en el pueblo. En sesión que en 30 de Abril celebró la Villa, “teniendo en consideración la suma carestía de granos y el atraso que padecen los campos por falta de agua, se acordó: que se traiga de su Ermita a este pueblo la Imagen de Ntra. Señora de Guaditoca, a fin de hacer a su Magestad una devota Novena para que se digne interceder con su preciosísimo Hijo, a fin de que se apiade de este vecindario en particular, remediando los campos, sembrados y pastos con su celestial rocío: y que respecto de que el Ayuntamiento está en costumbre de hacer sus funciones en la parroquia de Sr. S. Sebastián, con noticia de su Magestad y señores de su Real Consejo y anuncia del Sr. Vicario, Juez eclesiástico ordinario de esta dicha Villa, se pase a dicho Sr. Un oficio de legacía de su parte para que conviniendo en su devota intención, se sirva concurrir con su audiencia al recibo de dicha Señora y a las funciones que por parte de la Villa se hicieren, sin perjuicio de las que puedan hacerse por gremios y particulares, reglando su concurso y providencias a las ocurrencias que puedan presentarse a la asistencia de las comunidades eclesiásticas, cuyo oficio se encarga al Caballero Alguacil Mayor acompañado del presente escribano.”
Se dio cuenta de este acuerdo al Vicario de la Villa D. Juan de Gálvez Rubio, y se conformó con lo dispuesto por el Ayuntamiento, y envió por medio de D. Juan Remigio Valencia, Pbro. y notario de su audiencia, oficio al Corregidor D. Martín Castelló. Al siguiente día, enterado el Ayuntamiento por el Corregidor de la actitud del Vicario, “acordó sostener su acuerdo anterior,” y nombró a D. Rodrigo José de Ayala, Regidor y a D. Francisco Cavaleri Ponce de León, para que “por modo de oficio y urbanidad pasen a ver al Sr. Vicario y traten con él del asunto.”